¿Alguna vez dijiste algo en inglés y, al instante, supiste que estaba mal?
O tal vez dijiste “He has 20 years” sin darte cuenta de que algo no sonaba del todo bien. Tranquilo, eso le pasa a todos. Y, de hecho, puede enseñarnos mucho sobre cómo aprendemos.
Cuando estamos aprendiendo una segunda lengua como el inglés, no todos los errores son iguales. Algunos los cometemos sin querer: son equivocaciones (“mistakes”) que podemos corregir si prestamos atención. Otros, en cambio, se repiten porque en realidad creemos que están bien. Esos son errores más profundos (“errors”) y nos revelan cómo estamos construyendo nuestro propio sistema de la lengua.
Imagina que tu mente está armando un rompecabezas. A veces pone piezas donde no van, pero no se da cuenta hasta que avanza más. En la lingüística, esto se conoce como interlengua: el sistema provisional que un estudiante construye mientras aprende. En ese camino, los errores son señales, no fracasos. Nos muestran en qué punto del aprendizaje estamos y qué necesitamos reforzar.
Así que la próxima vez que digas algo mal en inglés, no te castigues. Pregúntate: ¿fue un descuido o es algo que debo revisar mejor? Aprender no es evitar errores, sino entenderlos y usarlos a nuestro favor.